sábado, 6 de noviembre de 2021

La Leyenda del Palacio de Cristal

 La leyenda cuenta que en una tierra lejana, apartada de la humanidad, cuyo cielo jamás era tocado por el velo de la noche, existía un palacio hecho de cristal. Sus altas torres se alzaban y parecían rozar las alturas de la esfera celeste para luego perderse en ella. Rodeado por la gloria de una pradera cubierta de flores, se extendía hasta el horizonte y un poco mas allá.

En aquel palacio que podría haber sido sacado de un idílico sueño, vivían los tres hermanos; Luz, Esperanza y Amor. Juntos pasaban sus días tranquilos, a resguardo de las brillantes paredes como estrellas en el firmamento, reflejando los rallos del sol, el color del cielo y las flores, visto de lejos daba la ilusión de que la imponente estructura desaparecía ante sus ojos. Alejados de la crueldad del hombre, no conocían la tristeza o la soledad. Amor adoraba el aroma de las flores, así se gastaba sus horas, recorriendo las bastas praderas, recolectando los pétalos que se desprendían con la brisa, para esconderlos en las habitaciones y que aquella fragancia se impregnara en el ambiente.
Esperanza amaba a sus aves, que siempre le seguían a donde fuese, las cuidaba, alimentaba y acicalaba, recibiendo a cambio dulces cantos y sinfonías. Por ultimo, Luz, el mayor de los hermanos, guardaba un enorme espejo en su habitación, este te mostraba todo lo que quisieras ver, pero por alguna razón Luz le tenía a sus hermanos terminantemente prohibido acercarse y mirar en él.

Cierto día, Esperanza, quebrantado por su curiosidad, decidió romper aquella regla. Se escabulló en la recamara de Luz y miró en el espejo, este le enseñó el mundo donde habitaban los humanos, lo que secretamente mas deseaba ver. Y Esperanza vio, vio lo bueno y también lo malo, presenció lo peor de la humanidad, su dolor, su angustia, su desesperación y su miseria. En su propia pena vislumbró la razón verdadera de su existencia y supo entonces que debía ayudar a esas pobres criaturas. Guardó silencio con pesar, y sin poder siquiera despedirse de sus hermanos, abandonó el palacio.

Cuando Luz descubrió la traición de Esperanza quedó completamente devastado, luego de ver en el espejo la razón por la cual su amado hermano les había dejado sin decir palabra, destruyó este en su cólera, y los pedazos cayeron cual lluvia espesa tras un estallido ensordecedor. Después de aquello Luz no volvió a ser el mismo de nuevo, pues mas roto que el culpable espejo se encontraba su ser. Sin hallar consuelo en el menor, dejó de hablar, y al poco tiempo de mirar y escuchar, al final ya siquiera se movía. Su cuerpo permaneció aletargado sobre el trono huérfano de Esperanza, hasta que un día simplemente desapareció.

Amor buscó al mayor incansablemente por cada rincón del palacio y sus alrededores, pero fue en vano. Corrió a la habitación de Luz para mirar en el espejo donde se hallaba él. Pobre Amor, que aturdido por su desesperación había olvidado que el que fue una vez el mas grande tesoro de Luz, ahora eran solo trozos rotos, descansando en paz, sobre el suelo, fragmentos que ya no reflejaban mas que sus lagrimas, y su corazón se llenó de dolor. Pero las lagrimas se secaron, y la tristeza se consumió después de un tiempo, dando paso a la soledad, soledad que creció y creció como un parásito que en su corazón mutó, y escurrió entre las heridas un mal oscuro y dañino que fue gestando de la soledad y la tristeza, continuó expandiéndose dentro, comiéndose todo hasta convertirse en odio y rencor. Las flores marchitaron y se volvieron ceniza, la pradera se secó dejando una tierra árida y sombría, lúgubre y silenciosa como la muerte.
Amor destruyó lo que una vez había sido su querido hogar. Pero, no siendo esto suficiente, decidió vengarse de los humanos, aquellos que le habían arrebatado lo que mas amaba, haría que sintieran lo mismo que él había sentido, que sufrieran lo mismo que él había sufrido. Tomó un trazo del espejo y con este se arrancó el corazón, al separarse de su cuerpo se convirtió en un pedazo de metal. Abandonó los escombros de cristal, los vestigios de un palacio, y se marchó para no volver jamás.

Así fue como los tres hermanos se separaron para caminar en nuestro mundo. La esperanza siempre velando por el bienestar de los humanos, la luz buscando incansablemente sobre nosotros, mirando a través de nuestros ojos, y el amor, tentador y despiadado, cobrándose su venganza, desgarrando nuestros corazones, mortificándonos hasta la muerte. 


Me pregunto si alguna vez podrán volver a estar juntos.


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