domingo, 25 de abril de 2021

Como Matar a Un Alfa. Parte 2

 

Me tomé una píldora antes de entrar en la habitación, el hedor a sangre y encierro viciaba el ambiente, se podía percibir desde el pasillo.  

-Debes ser el novato, pasa- Me recibió a pocos pasos de la entrada un hombre canoso de cuerpo robusto, su mirada se notaba cansada y un poco hastiada, su expresión era seria y algo molesta. -No pensé que llegarías...- Hizo una pausa. -Tan pronto- Concluyó, caminando delante de mi por los extensos corredores. Era una casa grande pero antigua, no muy bien cuidada, miré hacia arriba buscando por las paredes y el techo, al parecer el Teniente leyó mis movimientos. -Ni te molestes, no hay ninguna cámara de seguridad ni nada por el estilo, era un viejo ermitaño- Llegamos a la recamara principal donde aquel inmundo olor se concentraba. -Lo encontró el ama de llaves, venía cuatro veces a la semana- Sobre el piso, frente a la cama, yacía el cuerpo envuelto en sangre. 

-Lleva entre 5 y 6 horas muerto- Levantó la vista una chica joven de cabello rojizo, vestida de blanco. Tomaba fotos del cuerpo, de cuclillas junto a este.  

-Camila, este es el nuevo, el Detective- Sostuvo esa ultimo "e" como si intentara recordar mi nombre, sin mucho esfuerzo. 

-Hasper, un placer- Me presenté a ella. 

-Uhh carne fresca para el matadero- Mencionó, con una sonrisa infantil, volviendo a bajar la mirada para continuar con sus asuntos. 

-Detective Hasper, ella es la Doctora forense Dicecil- La presentó el Teniente, pasando a acomodarse junto a ella, y el cadáver, que era bordeado por un charco de sangre.   

-Por favor, dime que no es otro mas- Comentó el hombre denotando aun mas aflicción y cansancio, con un semblante casi resignado. 

-Entonces no tengo mucho para decirte- Respondió ella, inmutable y bastante cómoda con el ambiente a su alrededor. 

-No de nuevo, carajo- Se frotó la frente echando un suspiro. 

-¿El Asesino de Alfas?- Intervine por fin en la conversación. El Teniente me miró como exigiendo una explicación. -Leí el expediente completo antes de venir, el cuerpo tiene laceraciones punzocortantes distribuidas por varias zonas, concentradas en la garganta, el pecho, el estomago y los genitales- Me acerqué también para observar mas detenidamente. -Son puñaladas profundas y violentas, algunas están superpuestas, esta clase de brutalidad podría indicar una ira contenida por parte del asesino- Entonces una voz exclamó con entusiasmo, interrumpiéndome abruptamente.

-Nada mal ¿Cómo te llamas?- Parecía haber captado la atención de la Doctora Dicecil. 

-Detective Hasper- Repetí, pensando que no recordaba nuestra presentación o no le habría importado retener mi nombre. 

-No no, quiero tu nombre de pila- 

-Camila no llama a las personas por su apellido- Aclaró el Teniente, tan serio como se mostraba.

-ah, Sam, Samuel- 

-Te voy a decir Sam, puedes llamarme Camila- Sonrió. -Pensé que te habían mandado mas carne de cañón Greg- Se dirigió esta vez al Teniente. 

-No me hago ilusiones- Supongo que este ultimo no tenía muchas expectativas puestas en mi. - Dime ¿Tienes el arma homicida?-  

-Sep, lo mató con una botella de  ron, saqué algunos fragmentos de vidrio del cuerpo- 

-Dejame adivinar, la botella le pertenece al muerto- 

-DIN DIN DIN tenemos un ganador- La Doctora sacó de una valija la mitad de una botella empaquetada como evidencia. -Creo que la estrelló contra allá- Señaló el filo rasguñado de una cómoda de madera frente a la cama.

-¿Huellas parciales, pelos, una maldita gota de sudor?- La frustración se acrecentaba en el semblante del hombre a cada segundo. 

-Ya quisieras, deberían llamarlo "el maldito fantasma"- Rio ella con despreocupación. -Lo mismo de siempre Greg, sin duda es trabajo del Asesino de Alfas- 

-Novato ¿Te estamos aburriendo?- Me llamó la atención mi superior, yo volteé a verlos de inmediato, ya que había abandonado la reunión para inspeccionar la habitación. 

-Lo siento Señor, es que me di cuenta de que no hay sangre- 

-Yo veo mucha por aquí- Señaló con un gesto el charco debajo, y el rojo sobre el cuerpo. 

-Pero no hay salpicaduras, todo está demasiado "limpio"- Dije a falta de una mejor expresión.

-Si, huele como a un jardín de flores aquí dentro. novato- Chistó sarcástico. 

-Tiene razón- Lo detuvo en seco la Doctora, notando seguramente lo mismo que yo. -Este tipo de puñaladas violentas y consecutivas deberían dejar la habitación como un jodido Pollock- Tomó un borde del acolchado y lo olió. -No huele como el resto de la casa, lo lavaron.- 

-¿No tenemos luminol o lamparas de luz ultravioleta?- Pregunté. Si podíamos ver el patrón de salpicaduras tal vez conseguiríamos un poco mas de información. 

-¿Que te crees que somos? ¿Los putos federales? Apenas y tenemos un laboratorio para analizar muestras-

-Podríamos pedirle a Encantador que nos consiga uno- Mencionó Camila. 

-Jah, claro- Soltó una risa irónica e iracunda. 

-¿Encantador?- Cuestioné confundido. 

-Es el detective que esta a cargo de la investigación del Asesino de Alfas- 

-Un alfa adinerado, criado en cuna de oro, lo asignaron a este caso hace un año, y ni siquiera se molesta en presentarse a la escena- Refunfuñaba el hombre intentando contenerse. En parte podía entender su molestia y su frustración, el Asesino de Alfas había estado matando al menos por 6 años, los cuerpos se apilaban sin ninguna pista o indicio, habían aprendido a varios sospechosos, pero cuando pensaban que ya lo tenían un nuevo cuerpo aparecía y todo se iba a la basura,   

-No te preocupes por Gregor, siempre se pone así cuando se nombra al Asesino de Alfas o a Encantador- La Doctora se levantó y colocó una mano sobre mi hombro, como para consolarme, quizás solo una amabilidad por ser el nuevo. 

-¿Por qué le dicen Encantador?- 

-Ya lo sabrás cuando lo veas. Tal vez podamos usar tu idea de la luz para la próxima- Antes de que pudiera decir algo mas un oficial entró en la habitación. 

-Vamos, recojan todas las evidencias, los de la limpieza ya llegaron- 

Los de limpieza, lo había olvidado, si quedaba algún rastro de sangre u otra evidencia ellos la destruirían. 

-Podemos llevarnos el cubrecamas como evidencia, tal vez quede algo ahí- 

Observé al Teniente, se había mantenido en el umbral de la puerta, hizo un gesto de aprobación con la cabeza, y el acolchado fue empaquetado al igual que el cuerpo de aquel viejo Alfa ermitaño. pronto ya no quedaba mas nada que aquel charco de sangre. Salí junto a la Doctora, cruzándonos en el camino con los que se encargaban de limpiar las escenas del crimen, ella les informó que habíamos terminado y podían comenzar a trabajar. 

Los demás volvieron a la estación, a mi me mandaron al cuarto de hotel donde me estaba quedando para que desempacara y tomara una ducha, mientras se realizaba la autopsia, apenas llegue a la ciudad ya me habían avisado del nuevo caso, fui directo a la escena, ni siquiera tuve tiempo para dejar mis maletas en el hotel. Después de la ducha me cambie el traje, y tomé otra pastilla. Miré mi reflejo en la ventana del cuarto y toqué mi rostro, reconociéndome con dificultad. 

-Puedes hacer esto. No es un fantasma, está ahí, en algún lugar, encuéntralo- 

Era mi primer caso, y la ansiedad hervía en mis venas, prometiéndome una larga noche de insomnio. 



lunes, 5 de abril de 2021

La Caja del Caos Capitulo 2

 

Capítulo 2- LA CHICA EN LA AZOTEA. 


No hubo nada antes, solo despertó. Abrió los ojos lentamente, el aire estaba tranquilo, ni una nube en el cielo, no sentía frío, ni calor, pero todo era tan silencioso que no parecía real, era tan acogedor y amable...

Y falso.

Se incorporó quedando sentada sobre el piso, el que había sido su reposo, con las piernas entrecruzadas, le llevó unos pocos segundos comprenderse en aquel lugar, la azotea del instituto. Se giró sobre su hombro para mirar alrededor, descubriendo una silueta, sentada también en el suelo, a una considerable distancia, tan quieta y serena que parecía pintada sobre el paisaje. Era una chica de largo y lacio cabello negro, de tez pálida y ojos azules, entre sus delgados dedos sostenía una foto que contemplaba con nostalgia y un poco de melancolía. La chica levantó la mirada y sus ojos se cruzaron sin sorpresa, le saludó con una voz dulce y apagada.

Ella regresó el saludo de la misma manera pero sin ese semblante cálido y amigable. La chica misteriosa se hizo cargo de continuar la conversación.

-Nunca te había visto por aquí, debes ser nueva ¿Verdad?-

Ya llevaba casi dos semanas en el instituto, pensó, pero si, técnicamente era nueva. Asintió con la cabeza, acomodando el cuerpo para quedar de frente a la chica, la cual dobló la foto que sostenía con recelo y la guardó en su bolsillo.

-Me llamo Miharu-

Lili guardó silencio hasta entender que la chica esperaba por su nombre.

-Soy Lili-

-Es un placer Lili-

Aquella le sonreía amablemente, no era algo excesivo y forzado, mas bien todo lo contrario, se sentía genuino, le sostenía la mirada con sus pequeños ojos azules entrecerrados, la miraba a los ojos cuando le hablaba y le sonreía con una pequeña sonrisa modesta. Aquel gesto le daba confianza, tal vez no para acercarse pero al menos para devolverle la palabra.

-¿Y ese uniforme?-

El uniforme del instituto consistía en una camisa blanca, un chaleco azul oscuro y una corbata del mismo color, con un diseño de tela simple, pantalones para los chicos y faldas planas para las chicas, Lili detestaba ese color azul y la falda, así que usaba una chaqueta negra y los pantalones. El uniforme de Miharu era casi totalmente blanco, solo resaltaba la corbata y los detalles en gris, lo mas diferenciable era el diseño del pecho y la falda tableada. 

Los pequeños ojos azules entrecerrados se abrieron por aquella pregunta. Cosa que a Lili le llamó la atención, parecía algo completamente obvio, no llevaban el mismo uniforme. La sorpresa en el rostro de Miharu duró poco, de inmediato retomó la compostura y soltó una pequeña risa silenciosa, la cual cubrió con su mano, como si hubiera escuchado algo reconfortante, su expresión se relajó en pena. No respondió la pregunta, se levantó del suelo y Lili la imitó, las dos estaban paradas frente a frente manteniendo aquella peculiar distancia, demasiado alejada como para hablar cómodamente, pero como no se escuchaba un ruido, se podía percibir la suave voz de la muchacha con total claridad.

-Este lugar puede ser bastante confuso y aterrador, si necesitas ayuda puedes hablar con el hombre del hacha, el responderá tus preguntas, te ayudará a entender este lugar -

-¿El hombre del hacha?- Era la primera vez que escuchaba aquel nombre, sonaba a leyenda urbana, pero Miharu se refería a él como una persona real. Mas que preguntarle por aquel hombre le hubiera gustado saber por qué se le veía un poco triste, pero no dijo nada.

-Si me ves por ahí finge que no me conoces, seguramente será mi copia- Se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la barandilla.

Aquello ultimo no llegó a comprender del todo, quizás había escuchado mal, y solo quería que no se acercara a saludar cuando la viera de nuevo.

-Lo siento. Me gustaría poder conversar mas contigo- Pasó la barandilla quedando parada sobre la cornisa, de cara a una caída de tres pisos, su cabello ondulaba con la brisa silenciosa, como lazos negros extendiéndose hermosamente, contrastando sobre la tela blanca. Volteó el rostro para mirar a Lili una vez mas, recogiendo su cabello tras la oreja delicadamente.

-Creo que nos hubiéramos llevado bien, hubiéramos sido buenas amigas- Sonrió ampliamente, no había nada falso en ella, ni sus gestos, ni sus palabras, algo tan hermoso y sincero no podía durar mucho. Se dejó caer, echando su peso hacia adelante, entregando su cuerpo al vacío como un sacrificio. En los ojos de Lili aquel cuerpo había desaparecido en un solo pestañeo, una bocanada de aire se quebró en su garganta, caminó hacia la barandilla como un sonámbulo, inclinó su cuerpo sobre esta y miró, un pequeño cuerpo desplomado en una posición imposible, reposaba sobre la tierra como una flor pisoteada, blanca y roja, una vista tétrica que se quemó en su memoria. Se echó hacia atrás abruptamente, con el pecho agitado, mas terrorífico que aquella imagen fue el notar aquel silencio, todo continuaba en silencio, ese silencio que nunca se fue. No hubo revuelo, ni un grito, ni siquiera un maldito llanto, su muerte no cambiaba nada, como si de verdad no importara. No quiso volver a mirar, y solo se fue.

-Miharu- Repitió su nombre para no olvidarlo, repitió su voz, y su rostro, lo poco que le había dicho, aquella corta conversación, la repitió una y otra vez en su cabeza para que todo se quedara grabado a fuego en su mente. Bajó por las oscuras escaleras, completamente ensimismada, hasta llegar al segundo piso, de pronto se sintió desorientada, junto a la suya había otra escalera la cual no recordaba, ni tampoco el corredor que se abría a la derecha. Se mantuvo mirándolo con la curiosidad de un gato, amagó a dar un paso en aquella dirección pero en ese preciso momento alguien le detuvo.

-No deberías estar aquí-

Lili se giró para encontrarse con un hombre de unos 30 años, le resultó muy extraño, no recordaba haberlo visto antes en la escuela, pero su aspecto era algo peculiar, difícil de olvidar, su color de cabello era de un gris verdoso, sus cejas sumamente delgadas y pálidas apenas se distinguían, llevaba puestas unas gafas de borde negro que cubrían casi por completo sus ojos y una bata blanca que le llegaba a los tobillos. Le enseñaba una sonrisa amplia con los ojos cerrados.

-Yo..- Dudó un poco antes de responder, retenida por la primera impresión que el extraño le había generado. -Soy nueva, y no tengo muy buen sentido de la orientación- Dio aquella escusa, impulsada por un instinto de desconfianza. Los ojos del hombre se abrieron entonces para mirarla sin deshacer aquel semblante cordial y apacible.

-¿Estas perdida?-

Aquellos ojos de color morado rojizo en contraste con su piel pálida le recordaban a los conejos blancos de laboratorio. Pero como el hombre no la miró con sorpresa ni desagrado ella tampoco lo hizo. Tuvo que decirle que estaba perdida, en cierta forma así era, no sabía exactamente donde estaba pero no creyó conveniente preguntarle.

-¿De que clase eres?-

- La clase "C"-

-Está hacia el otro lado, déjame que te acompaño- Hizo un gesto para que lo siguiera. Lili agradeció la amabilidad del hombre y comenzaron a caminar por el pasillo en dirección opuesta a donde ella quería ir.

-No me agradezcas, es mi trabajo-

En el, no muy extenso, recorrido de regreso, el extraño se presentó como Cecil, el enfermero del colegio, pero aclaró que además servía como consejero para los estudiantes. En un punto del camino Cecil se detuvo frente a una puerta blanca con una pequeña ventana en la parte superior para marcarle a Lili que esa era la enfermería, ella no dijo nada y solo asintió, Cecil le sonreía todo el tiempo al hablarle, con un tono amable, pero Lili jamás cambiaba su expresión inexpresiva, seria, distante.

-Bueno, aquí es tu clase- Se detuvo junto a la puerta y dio un pequeño vistazo dentro. -Disfruta de lo que queda del receso. La cafetería está en el piso de abajo, bajando las escaleras, al final del pasillo a la derecha, la veras enseguida. Si necesitas ayuda con lo que sea no dudes en ir a verme, por lo general estoy en la enfermería-

-Si, gracias-

-No hay de qué, que tengas un día tranquilo- Le saludó con la mano, se dio media vuelta y se marchó por donde vino, siempre con aquella sonrisa ambigua.

-¿Tranquilo?- La gente por lo general decía "Ten un buen día" o "Ten un lindo día" o cosas por el estilo, era la primera vez que escuchaba a alguien decir "Que tengas un día tranquilo". Miró dentro de su clase, la encontró completamente vacía, si sus compañeros realmente estaban en el primer receso eso significaba que había dormido en la azotea por mas de una hora, de todas formas no pensaba ir a la cafetería hacinada de gente. 

Observó alrededor desde el umbral de la puerta, la clase de enfrente, al otro lado del pasillo, la mitad de la pared era una ventana que te permitía ver todo lo que pasaba dentro del salón, los alumnos estaban en clase, todos concentrados mirando la pizarra donde su profesora escribía un largo texto que parecía no acabar jamás. Ni uno de ellos estaba distraído o en una posición diferente al resto, no había nadie dormido o apoyado sobre su pupitre o recargado sobre el respaldo, todos lucían una postura recta, todos miraban hacia el mismo punto. Pero algo robó la atención de Lili mas que aquello, el color negro en sus uniformes, era el segundo conjunto diferente que veía ese día. Antes de darse cuenta, inmersa en sus pensamientos, se había quedado mirando fijamente aquella masa de estudiantes, cuando repentinamente uno de ellos, sentado casi en el medio junto a la ventana del pasillo, corrió sus pupilas en un movimiento rápido, contemplando a Lili por el rabillo del ojo, su cabeza le acompañó mas tarde, giró su cuello en un movimiento igual de rápido y espeluznante, ahora observaba fijamente a la chica al otro lado del pasillo. 

No podía soportar los ojos que miraban dentro de sus ojos, tomándolo como un gesto hostil, su cuerpo comenzó a moverse ante el instinto de huida. Tanteó con su mano el marco de la puerta y se metió dentro de su clase, cerrándola tras de si. Llevó un par de segundos serenarse, mitigar la ansiedad y el estrés que aquel encuentro había generado, después de centrarse, caminó hasta su asiento donde encontró su mochila colgada del respaldo, la colocó sobre la mesa y abrió para buscar dentro, halló todo lo que siempre llevaba consigo a excepción de su celular. Sin darle tiempo a pensar en donde podría haberlo dejado, unos inquietantes gritos sonaron a la distancia, quebrando el silencio sepulcral que los abrazaba. 

Se asomó por la ultima ventana de la clase, la que daba al jardín, cerca del portón principal alcanzó a ver como un estudiante con su mismo uniforme era sujetado por un hombre desde atrás. Soltaba frenéticamente aquellos espantosos gritos. El silencio allí estaba tan viciado que cualquier ruido medianamente fuerte se apoderaba de todo y llegaba a todas partes. En los oídos de Lili se percibían como punzadas de dolor. Pronto otro estudiante llegó, ella se encontraba demasiado lejos como para distinguir bien lo que pasaba, pero en cuanto el segundo estudiante se paró delante del primero, este dejó de gritar. Intentando tener una vista mas clara Lili precipitó su cuerpo hacia adelante, dejando la mitad de este por fuera de la ventana, sus manos eran su mayor punto de apoyo, sosteniendo casi todo el peso. El hombre soltó al mas joven, quien se desplomó sobre el suelo, y la sangre comenzó a expandirse bajo el cuerpo. Ante tal impactante escena una de las manos de Lili resbaló por la cornisa de la ventana, su parte superior se tambaleó hacia adelante. Por la inminente caída, como un acto reflejo enganchó sus piernas a la pared, golpeando dolorosamente los huesos de sus rodillas en el acto, abrazó el filoso borde como si la vida se le fuese en ello, y aunque sentía mucho dolor peor hubiera sido el de sus extremidades quebrándose al estrellarse contra el piso. Pasando el primer vértigo se incorporó con mucho cuidado, sus piernas flaquearon y tuvo que sentarse, apoyando su dorso contra la pared, contempló su palma y sus muñecas rojizas y raspadas mientras intentaba normalizar su alterada respiración, ni siquiera quiso comprobar el estado de sus rodillas o su abdomen, ignoró el dolor para salir de la clase.

Dio unos cuantos pasos por el pasillo, dirigiéndose hacia las escaleras, su cabeza estaba llena de pensamientos, algunos mas claros que otros, repetía lo mas importante, una y otra vez, como un mantra, para no olvidar. Pero mientras mas retenía algunas cosas sentía que otras se fugaban como agua entre las grietas. Tal vez no había visto bien, quizás ese chico no estaba muerto.

-Miharu saltó de un tercer piso- Quizás ella tampoco estaba muerta. Tantos, tantos pensamientos caóticos conjugándose y agitándose sin parar. ¿Dónde dejé mi celular? ¿Por qué tienen otros uniformes? ¿Qué hay a la derecha de las escaleras? ¿Miharu saltó de un tercer piso? ¿Siempre hubo una enfermería en ese lugar? ¿Quién es el hombre del hacha? ¿Pudimos haber sido amigas? ¿Por qué te vez triste? ¿Por qué hay tanto silencio?

¿Cómo llegué aquí?

Un sonido débil se agitó en el aire, un pequeño y agudo cascabel, rebotaba en el silencio hasta llegar a sus oídos, atravesar su cuerpo y continuar su camino. Fue un aviso, una alarma que detuvo de golpe todos sus brumosos pensamientos y la arrastró de vuelta. Miró hacia atrás, la clase ubicada en frente de la suya, su puerta se había abierto, comenzó su resceso. 

Paralizó su corazón, la imagen del tumulto de estudiantes de negros uniformes manando por la puerta, avanzando en su dirección, llenando el pasillo. Lili apuró su paso con el temor de quedar atrapada entre ellos, probó cada pestillo que se le cruzó hasta que por fin uno se abrió. Se ocultó dentro de aquel salón, cerrando la puerta suavemente para no alertar a los extraños.  

 La penumbra la increpó, de fresco alivio y soledad, se permitió un suspiro. Pero allá en un rincón bañado por la luz que se colaba entre las cortinas, los sollozos y resoplidos contenidos le invitaban a acercarse, lentamente, haciendo eco de sus pasos caminó hasta aquel punto, encontrándose con una pequeña bola temblorosa, de cabello naranja y alborotado. 

Al notarla levantó su rostro y la distinguió entre las sombras con los ojos perturbados al borde de las lagrimas.

-¿Lili?-

¿Era un tercer piso? Parecía mas alto.  

jueves, 1 de abril de 2021

Como Matar a un Alfa. Parte 1

 Otro Alfa muerto, informaban en las noticias. Me había detenido en un bar, que quedaba de camino al trabajo, solo para tomar un café. Junto a mi, un par de hombres mayores comentaban acerca de la trágica noticia.  


-Ahí va otro alfa. No entiendo que es lo que hace la policía ¿Todavía no han atrapado a ese bastardo?- Se quejó, para darle un profundo trago a su cerveza y azotar la jarra contra la mesa de la barra.  

-Debe ser uno de estos Alfas ricos, con mucho poder, por eso la policía no hace nada, si no ¿Quién mas podría matar a un Alfa?- Cuestionó, mirando en la pantalla del bar, el numero de muertes confirmadas había aumentado considerablemente en los últimos años. 

-Pero simio no mata simio ¿Verdad?- 

Con aquel ultimo comentario ambos comenzaron a reír a carcajadas, parecía que en el fondo no les importaba en lo mas mínimo que un hombre hubiera muerto desangrado después de recibir dieciocho puñaladas por todo el cuerpo. Bueno, tampoco era su problema, ellos eran un par de ancianos beta, así que no corrían ningún peligro. 

Pagué mi café y me fui de allí discretamente, tenía que continuar mi camino. Las personas mueren todos los días y uno tiene que seguir con su vida, siempre es así. 

Me detuve un momento, suspiré, mirando mi reflejo en la vitrina. 

-¿Cuanto faltará para mi próximo celo?- 

Me sentía un poco cansado últimamente, tal vez era acumulación de estrés. Había pasado algo de tiempo desde la ultima vez que lo había hecho. En algún punto hacerlo se había convertido en una adicción, aunque yo no lo quisiera realmente, no era mi culpa haber nacido así. 

-Tengo que comprar mas detergente y lejía- Recordé, retomando mi andar. Caminando entre las demás personas como uno mas en la multitud, sin que nadie reparara en mi. 

Sentía la garganta seca y el pecho oprimido. Estaba ansioso por matar a mi próximo Alfa.