Respiraba aquel viejo cajón, vislumbrando las tardes amargas.
-Somos monstruos- me decía, observando el cajón,
-Somos monstruos, todos somos monstruos-
y no hay escusa que valga.
El ruido tiritante y estremecedor,
robusto veneno, silencioso e hipnotizante.
Estamos perdidos dentro de aquel cajón,
sin pensamientos ni interrogantes.
Repetía incansable, abriendo los ojos,
una epifanía de ese mismo mal.
Porque aquel me brindaba la respuesta,
y con ironía me observaba resignar.
Son los espejos negros y un pequeño gran oso polar.
Pagar con la misma moneda nos convierte en un monstruo igual.
¿Y no tendremos rescate o ninguna salvación?
Cuando es amor el que dice que estas muriendo por amor.
Las agujas giraron hasta que la luz se apagó,
deseos que sucumben ante el cansancio.
Aguardando pretencioso la mañana, como el hacha de un leñador
-Solo somos espectadores- susurra el viejo cajón...
martes, 30 de marzo de 2021
Viejo Cajón
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