El Llanto de la Mariposa
Tierna infancia, memorias lejanas, pasajeros de mis sueños, aun se mantiene fresca esa tarde cuando conocí los ojos del gato negro. Gustaba escabullirme de la guardia de mis padres y adentrarme en el jardín vecino, sus flores eran mi encanto eterno, de delicadas fragancias desprendiendo de sus pétalos los colores mas efímeros, mas bellos. El trinar de las aves se mezclaba con la brisa meciendo la copa de los arboles, crujiendo sus hojas que por afán dormían, se acariciaban unas a otras, escurriendo la luz del sol entre sus ranuras. Un día como cualquier otro, escapando hacia el jardín, descubrí al gato negro, por sus afilados ojos y su cabello revuelto. Se entretenía a juego cruel con una indefensa mariposa, aplastando sus alas, agitándola entre sus garras, no era consiente de su sádica piel o quizás siquiera le importaba. Sentí la agónica pena de la mariposa, y su tortura se convirtió en la mía. Le rogué que se detuviera, que dejara de hacer lo que tan fría, insensiblemente hacía. Y el gato me cuestionó -¿Por qué?- Con soberbia y apatía. Sus ojos, al filo de una daga, atravesaban los míos. Presa mantenía la criatura tan pura, mal herida, en la jaula de sus dedos, que resentido retenía. -El dolor del que tu la haces, hoy la herida se vuelve mía.- Señalándole el alma en pena, pensando así que entendería. Desconfiado su corazón, preguntó como sabría. Has con tu fe envenenada cántaros de agua limpia, si no crees en mis palabras cierra los ojos y mira. Hincándome sobre su sombra me convertí en la jaula viva, mas de piedades gentiles la jaula cual pedestal la erguía, a la criatura inocente que a los cielos aun respira. -Escucha con cuidado- Y con cuidado de no herirla, junto al oído del gato arrimé a la cría de la primavera. Pero el gato renegaba pues el silencio consumía su paciencia y su confusión, porque sus llantos no oía. -Las mariposas siempre lloran en el silencio de su agonía pero aunque tu corazón no escuche no has de arrancarles la vida- Me incorporé y enaltecí la felicidad que aun dormía, liberándola de su claustro, su martirio y su letargo. Floreciendo entre mis manos su gloria nacía, batiendo sus pequeñas alas multicolores se desprendió al vuelo a vivir su ultimo tercer día, lejos, muy lejos de todo mal, de toda noche oscura, peligro y desventura. ¡Oh gato negro! ¿Has padecido tal amargura? Mirando con asombro como tu victima escapa y te has quedado solo, sin amor, sin nada. -¿Creerías en mis palabras si te contara cuanto lo lamento?- Con la cabeza gacha su rota mirada escurría tan real remordimiento. Sujeté su mano y sonreí, aunque nunca le ofrecí perdón, en su lugar te daré mi amistad para curar la cicatriz que arde en tu interior, que infecta tu virtud, te haré mirar mas allá, de la superficie, de lo que los humanos se limitan a ver. -¿Acaso quieres ser mi amigo después de lo que me has presenciado hacer?- Noté tristeza y desolación de la pregunta que me planteaba ¿Por qué necesitamos tanto el perdón, mas que un simple beso, mas que la confianza? Pero tu crimen no sanará solo con algunas palabras. Tu te negaste tu propio perdón y ante eso yo no puedo reparar nada. Serás bueno al vislumbrar del mundo las bellas y maravillosas cosas que aquel ocultaba, con recelo de nosotros, sus milagros, sus tesoros. Serás bueno porque dentro de ti habré plantado una semilla que con el tiempo nacerá y si dejas que esta crezca florecerá de bondad. Aquel día en que nuestros hilos se cruzaron para enredarse lentamente entre nuestros cuerpos, el gato negro sonrió, enamorado de la amistad que actualmente nos unía. Entrelacé su mano a la mía, hilos rojos que brillaban, atados a nuestros dedos permanecieron hasta el día de hoy.
Pero cuando los hilos aprietan con tanta fuerza también nos pueden lastimar.
…
-¿Jude? ¿Me estas escuchando?- Llamó Luca mi atención. La verdad era que no lo estaba escuchando del todo, pues las sombras que se movían sobre el cristal de la ventana me distraían un poco de mi entorno.
-Perdón- Sonreí apenado. Aun podía reconocer una descortesía de mi parte.
-¿Tienes la cabeza en las nubes de nuevo?- Sonrió también con gentil expresión, apoyó su mano sobre mi cabeza y comenzó a frotar mi cabello, aquello me hacía cosquillas, no pude evitar soltar una estruendosa carcajada.
Mientras Luca me miraba con ternura, las demás personas a nuestro alrededor lo hacían con desagrado.
-¿Que le pasa? ¿No puede reírse como una persona normal?-
-Que asco me da-
-Es tan incomodo estar cerca de él-
Murmuraban entre ellas, unas compañeras de clase, sin disimulo, ni compasión. Guarde silencio de inmediato, resultó obvio que molestaba a los demás con mi sonora y poco agraciada risa. Luca dejó de acariciar mi cabeza y su expresión volvió a tornarse seria.
-Jude. Hoy voy a pasar la tarde en jardinería ¿Vas a estar bien solo?- Preguntó con cierta preocupación en el tono. Cuando se trataba de mi, Luca podía llegar a ser bastante sobreprotector.
-Si, si- Asentí varias veces con la cabeza para enfatizar mi seguridad y calmar su preocupación.
-Si no, cualquier cosa voy a estar alrededor del invernadero ¿Esta bien? Puedes ir a verme si quieres-
-El invernadero, si- Volví a asentir rascando mi ojo con la palma de la mano. Estaba un poco somnoliento ese día, la noche anterior me había pasado de mi hora de dormir por quedarme recontando las piezas de todos mis rompecabezas.
Al finalizar la hora del almuerzo Luca se despidió de mi no sin antes repetirme un par de veces donde iba a estar y que podía ir a visitarlo por cualquier cosa, él siempre era así. Se fue con una expresión un tanto descontenta pero solo era porque no le gustaba dejarme solo. Siempre estábamos juntos. Luca era mi mejor amigo, mi único amigo.
Cuando me encontré solo decidí que sería bueno aprovechar el tiempo y hacer algo productivo antes de mi siguiente clase. Tomé mi cuaderno de apuntes y fui a mi lugar favorito para estudiar; un hueco lo suficientemente grande como para dos o tres personas bajo las escaleras que daban al tercer piso.
-Ey ¿Qué haces ahí?-
Estaba muy tranquilo, a gusto leyendo bajo las escaleras, hasta que fui sorprendido por Bruno, otro compañero de clase, uno que no se llevaba muy bien con Luca. Le había apodado "Chacal" por sus ojos oscuros y rasgados, su mirada carroñera, su figura delgada y sus grandes colmillos blancos resaltando dentro de su ancha boca.
Lo observé sin respondele como una presa paralizada por el miedo.
-Te estaba buscando, los chicos y yo vamos a saltarnos las clases e ir al viejo galpón a hacer cosas divertidas ¿Quieres venir a jugar con nosotros?-
-¿Jugar?- Cuestioné confuso.
-Si, será divertido, jugaremos juntos ¿Quieres venir?- Extendió su mano hacia mi, y por alguna razón no conseguí rechazarlo.
Y el chacal sonreía mientras arrastraba a su presa dentro de las profundidades de su madriguera.
…
Detesto a las otras personas, todos son tan solo un puñado de hipócritas, mentirosos, egoístas, traicioneros, manipuladores, interesados, superfluos, idiotas, una total perdida de mi tiempo. Pero Jude es diferente, es completamente diferente a ellos. Todos los demás deberían simplemente morirse.
Aquel pensamiento recurrente debo mantener en secreto, por Jude, para poder permanecer juntos para siempre. Llevo una mascara pegada al rostro, soy una buena persona, me llevo bien con quienes me rodean, y mis anormales pensamientos se mantienen en silencio, ocultos tras esa mascara.
No podría soportar a esta gente de mierda, ni esta vida de mierda, no sin él. La única pura e inocente flor rodeada de malezas en este enrome y putrefacto jardín. Concluía mientras rociaba con agua una tierna rosa blanca que yo mismo había cultivado.
Aun sin terminar de entender lo que es el amor, se que eso es lo que debo sentir por Jude. Era inevitable, en cuanto mis ojos se cruzaron con los suyos lo sentí. Fue algo abrumador, placentero y doloroso, que obligó a memorizarme cada centímetro de su cuerpo; Cada uno de sus rojizos cabellos rubios, alborotados, cada una de las pecas que adornaban su rostro, enmarcando aquel par de ojos, grandes e inocentes ojos verdes, parecían ver a través de tu alma, su cuerpo delgado, sus suaves curvas que he tenido el privilegio de presenciar sin una prenda de ropa encima cada vez que compartíamos un baño, cada detalle de su hermoso cuerpo me pertenece porque lo he hecho prisionero de mis ojos. Pero los demás están ciegos, no pueden ver mas allá de la superficie, porque son idiotas. Ellos no pueden ver lo que yo veo, y por eso lo rechazan. Estúpidos. Bueno, por mi mejor, así Jude será solo para mi.
Ansío nuestro primer beso, lo sueño y fantaseo aun despierto. Quería dárselo como un regalo especial para su cumpleaños numero 18, ahora solo falta un año, pero la espera se he vuelto insoportable. Cuando me sonríe, cuando me abraza con fuerza, cuando me dice cuanto me quiere mi corazón se estremece y siento que podría hacer cualquier cosa por él.
…
Las personas rompen cosas por diversión, les gusta ver el sufrimiento en otros seres vivos, hasta en sus semejantes, les provoca placer. Nunca pude entender eso, quizás por eso le desagrado a los demás.
-¡Miren muchachos quien vino a jugar!-
Contemplé a los chacales, allí estaban, reunidos en la madriguera, felices por haber atrapado a su presa. Sus ojos brillaban en las sombras, con malicia, enseñando sus afiladas sonrisas, listos para devorar.
Lo que pasó después en aquel viejo galpón abandonado, es una historia triste de contar, si quieren no tienen que escucharla, pero se que lo harán de todas formas. Lo se, la escucharán, y se mantendrán observando los horrores que su mente recreará, pero siquiera pensaran en ayudarme, lo se, no van a hacer nada, no pueden. Se han convertido en simples espectadores, contemplando indiferentes las miserias mas grandes de la humanidad.
Desgarraron mi ropa, dejándome expuesto ante sus fauces hambrientas. Los chacales adoran desgarrar la carne de sus presas con los dientes.
La forma en que torturaron mi cuerpo, la forma en que lo violaron una y otra vez, mis mismos compañeros, mis semejantes. Trataban con tanto odio de ensuciar y humillar cada rincón de mi, de someter, de sentirse poderosos, de sentirse mejores. Cuan mal deben estar por dentro, pensé, sintiendo un poco de lastima por ellos, mientras sus cigarrillos me quemaban la piel, y sus fluidos ensuciaban mi cuerpo, tratando de contaminar, de comerse y destrozar todo, hasta lo mas profundo de mi alma. Dejé que el dolor fluyera lentamente, atravesando mi cuerpo entero, me encerré en mi mismo, para proteger mi alma, para que no la rompieran.
Escucho algo, un llano pequeño y débil. ¿Por qué lloras en silencio mi querida mariposa? Sabiendo que nadie vendrá a rescatarte esta vez.
-Voy a filmarlo con mi celular-
-No vayas a grabar mi cara o te mato ¿Entendiste gordo?-
-Si, si Bruno ya te escuché. Sujétalo para que vean su cara jajaja mírenlo, ni siquiera grita ¡Que aburrido!-
No encontrarán nada, lo que ven es solo la superficie, no podrán llegar aquí, donde ni el dolor puede llegar. Mis ojos no ven y mis oídos no escuchan, mi alma no sufre.
¿Las suyas si?
Quien viera mi rostro pensaría que yo estaba muerto, que era tan solo un cascarón vacío, quien viera mis ojos se asustaría, pero no estoy muerto, solo estoy escondido. El tiempo caminaba lentamente mientras mi cuerpo era golpeado, quemado, mordido, cortado, arañado, penetrado. Devorado por la fieras.
Desperté en algún momento, cuando todo volvió a estar tranquilo, en silencio. Los chacales dormían luego de haberse encontrado satisfechos. Un calor sofocante inundaba el lugar además de un olor repugnante, vomito, toda la comida que había ingerido ese día estaba esparcida por el suelo.
-Tengo sed- Fue lo primero que dije cuando desperté.
Me arrastré hacia la luz, tambaleándome por el intenso dolor que azotaba mi cuerpo, mi piel ardiendo y mis músculos fatigados. Con un poco de esfuerzo logré alcanzar y abrir las enromes puertas oxidadas del galpón.
Tengo que irme antes de que despierten, tengo que salir. Un miedo extraño presionaba mi cabeza y mi pecho, algo que nunca antes había sentido. Todas las criaturas vivas sienten miedo ¿Pero miedo de qué? Quizás estoy por conocer la respuesta.
Mas allá de la entrada se abría un claro, lleno de árboles y plantas. Se escuchaba el sonido del agua corriendo.
-Sed... Tengo sed-
-¿Jude? ¿De donde vienes?- Podía reconocer apenas la voz de Luca. Me esta hablando, tengo que responder, pensé. Pero la sed y el incalculable deseo de aplacarla palidecía todo lo demás.
Luca el dolor físico no es nada, es pasajero y no tiene mayor significado. El verdadero dolor es el que llevas dentro, porque ese dolor nunca se va.
…
Me encontraba regando las plantas de la parte mas alejada del patio, casi nadie iba a ese sitio, era un lugar perfecto para relajarme y estar solo, mientras cuidaba la olvidada vegetación que allí crecía. Casi estaba por terminar cuando sentí el crujido de las hojas, pisadas, se me acercaban por detrás. Me giré, encontrándome con Jude, supuse que me extrañaba y había venido a buscarme, sonreí por impulso y amagué a saludarlo, pero solo fue un segundo o menos. Lo que tardé en darme cuenta.
Mis ojos se contrajeron de horror, mi cuerpo entero se enfrió de golpe cuando vi el suyo completamente desnudo, sucio y herido. Al principio no pude moverme, apenas podía respirar. Jude se incoó frente a mi y pidió agua, señalando la manguera que sostenía entre mis dedos.
-Sed, tengo sed-
Acerqué la manguera a su cara y dejé que el chorro de agua cayera sobre su cabeza. Mientras él dibujaba una expresión de alivio y sus labios, antes resecos, se abrían para dejar que el agua se metiera en su boca. Era bueno que estuviera distraído con eso, así no llegaba a notar mi rostro descompuesto en ira. Aquella rabia pura y contenida pujaba con fervor haciendo que mi quijada se tensara.
-¿De donde vienes?- Pregunté con un tono de voz muy suave. Creía conocer la respuesta pero quería que me lo confirmara. Su mirada se curvó, sus ojos apuntaban al viejo galpón, lo miró por un instante sin decir nada y luego volvió a concentrarse en beber de la manguera. Bien, eso era suficiente confirmación para mi. -Toma- Le entregué la manguera para dejar mis manos libres y recoger la pala con la que había excavado anteriormente los hoyos donde iba a trasplantar un par de crías de árbol. -Espérame aquí ¿Si? Ya vuelvo, no te muevas de aquí- Jude asintió ligeramente, y con pala en mano me encaminé al viejo galpón.
Detesto a las personas. Todos son hipócritas, mentirosos, egoístas, traicioneros, manipuladores, interesados, superfluos, idiotas, una total perdida de mi tiempo.
Ellos simplemente deberían morirse...
-¡Luca! ¿Qué haces por aquí?-
Idiotas.
-¡Llegaste tarde! ¡Te perdiste toda la diversión! jajaja-
Basura, escoria, inmundicia del mundo.
-Pero tenemos un vídeo como recuerdo-
Cerdos asquerosos, criaturas podridas, llenas de mierda.
-¡Gordo muéstrale el video!-
Reían mientras me enseñaban lo que le habían hecho a mi hermosa flor. Exhibiendo aquellas porquerías con tanto orgullo, como la habían desojado pétalo por pétalo, arrebatándole su frescura, su aroma, su belleza, su pureza, todo. Estos cerdos...
Tendrán que morir.
-¿Que pasa? ¿No dices nada?- Preguntó uno de ellos luego de que yo tomara el celular y me lo quedara viendo en silencio sin ningún tipo de reacción. Tardé un par de segundos en levantar la vista, antes de responder, les sonreí con esa sonrisa que la mascara sobre mi rostro se había aprendido.
-Perdón, me quedé pensando si sus gritos se escucharían desde el liceo, pero no creo-
-¿Eh?-
Esta bien que mueran, solo deberían morirse ¿No?. Esta bien si yo los mato, después de todo, esto es lo que se merecen ¿Verdad?. Pero la verdad es que no me importa si esta bien o no. Solo quiero que sufran. Voy a hacer que paguen y no tendré misericordia.
Cuando escuchen los cerdos chillar, no hagan nada, no se muevan, ni siquiera respiren. Porque mataré todo aquello que dañe a mi flor.
…
A lo lejos un cuervo me mira, un augurio de muerte, se mantiene quieto sobre la rama, pero ya lo he visto y él me a visto a mi. "Algo malo va a pasar" susurran las alas del cuervo cuando se baten antes de volar.
Y yo no puedo hacer nada pues lo que tiene que pasar pasará.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!-
A la distancia se escuchan gritos, gritos desesperados, gritos agónicos de terror y dolor. Provienen de dentro del galpón.
Lo sabía pero, no quería volver ahí, el agua fresca se sentía tan bien, calmando el ardor en mi piel. Luca quería que lo esperara, tenía que esperarlo aquí. No puedo hacer nada, no puedo detener los gritos, no puedo cambiar el corazón del gato negro.
No puedo cambiar tu corazón.
Existe en la esencia del hombre un veneno toxico, hecho de sentimientos oscuros y retorcidos, se expande desde su interior, lo contamina todo y es muy difícil de limpiar.
Cuando Luca regresó estaba cubierto de rojo brillante, su pala y todo su cuerpo.
-Estas sucio, necesitas un baño- Me dijo muy tranquilo. Quien viera su rostro pensaría que estaba muerto, que era tan solo un cascarón vacío, quien viera sus ojos se asustaría.
La semilla que planté dentro de ti se alimentó de tu veneno para nacer, y floreció en algo mucho peor. Supongo que a esto era a lo que tanto temía.
-Tu también- Le contesté.
-Si, supongo que si- Me sonrió, pero esta vez no pude devolverle el gesto.
El color rojo brillaba y goteaba por sus extremidades, cayendo sobre la tierra. El cuervo se marchó, volando lejos de nosotros, abandonándonos, dejándonos tan solos.
Perdónanos mariposa, solo somos humanos, contaminados por nuestra propia malicia, somos criaturas débiles e indefensas, tenemos miedo, tenemos mucho miedo.
Perdónalos mariposa, por el dolor que te han causado, que te causan y te causarán.
Perdónalos... Y perdóname por perder las esperanzas.
…
-Vamos, trágatelo-
-No, por favor, no-
-Tragalo-
-Luca por favor no-
-Jaja-
Este petróleo negro se esta expendiendo, contaminando cada rincón del alma humana, convirtiéndome en algo peor que un monstruo.
Podía apreciar el sonido de la sangre goteando, chocando contra el piso, el aroma abrumador de la carne y las tripas desgarradas decorando aquel viejo galpón de oscuro rojo. Y yo no sentía mas que una enorme satisfacción y una implacable ira. Reventé sus cráneos con mi pala, ni siquiera tuvieron tiempo de escapar, yo bloqueaba la única salida, ni defenderse pudieron pues el horror que les provocaban mis actos los había paralizado.
Me encanta el color del miedo, me encanta verlo en los rostros de estos cerdos.
Eso, lloren, griten, rugen por piedad, sientan el verdadero temor.
Se siente tan bien.
Tres cuerpos ahora se encontraban desparramados por el suelo en pequeños trozos cercenados, todavía no se como pude lograr eso tan solo con mi pala. Al ultimo lo había dejado con vida para que observara lo que les hacía a los otros tres, le había golpeado las piernas hasta convertir sus huesos en astillas.
-Ahora quiero que te tragues esto-Le pedí con un tono de voz sumamente cortes y gentil, enseñándole el celular que me había dado hace unos momentos, aun reproduciendo el vídeo donde violaban a Jude. El cerdo lloraba, moqueaba y temblaba de miedo, hasta se había orinado encima.
Que patético pedazo de porquería. Pensé asqueado, y un poco decepcionado, de aquel bochornoso espectáculo que el cerdito me brindaba. Pronto me di cuenta, no se lo iba a tragar voluntariamente así que tuve que ayudarlo un poco metiéndole el celular a la fuerza. Murió sofocado por su propia sangre con la garganta destrozada.
Cuando todo quedó en silencio, por fin me tranquilicé y mi adrenalina descendió de golpe dándome un desagradable sabor a insatisfacción en la boca.
-Que aburrido- Suspiré observando los restos.-Tengo que volver con Jude- Ya no aguantaba mas el calor y el olor de mierda que había ahí adentro.
La sangre se desliaba por mi piel, goteaba de mis dedos chocando contra el piso, provocando un hipnotizante sonido. En el fondo de mi siento que algo me falta, como si no fuera suficiente, como si quisiera mas. ¿Me pregunto que pensará Jude de mi? ¿Podrías odiarme por lo que soy? Después de todo no estoy arrepentido. Yo quería destrozar las alas de esa mariposa, y cuando dije que lo sentía solo estaba mintiendo, porque quería ser tu amigo.
¿Me odiarías por eso Jude? Esta bien si lo haces, mientras me permitas estar a tu lado, esta bien.
No recuerdo mucho de lo que pasó después. Desperté abriendo mis ojos de golpe, a mi lado Jude dormía profundamente, acurrucado sobre mi hombro, limpio y vendado. Sonreí enternecido por su rostro y su pacifica respiración, di un beso sobre su frente y me encargué de arroparlo bien, abrazándolo mas contra mi cuerpo desnudo. Su tibieza inundaba mi piel, relajaba mi pecho. Me quedé despierto peinando su cabello con la punta de mis dedos, y sin querer lo terminé despertando también.
-Lo siento ¿Te desperté?-
Comenzó a abrir los ojos lentamente hasta poder distinguir mi rostro por completo.
-Luca- Pronunció mi nombre dulcemente, acariciándome cerca del ojo izquierdo. Aquello me provocó un cosquilleo en el estomago y la base de la garganta. Sonreí por inercia pero esta vez él no me devolvió la sonrisa. -No quiero jugar, no quiero jugar de nuevo- Sus extremidades comenzaron a temblar, y estaba en camino a hiperventilarse.
-Tranquilo, tranquilo, solo fue una pesadilla. Ya está, ya pasó, no tengas miedo. Yo estoy aquí, yo te cuido Jude- Lo sostuve entre mis brazos, escondiendo su rostro en mi pecho. Me mecía y acariciaba su espalda para confortarlo. Quería entrar en sus recuerdos y despedazar aquel momento, al igual que lo hice con esos cerdos, solo para que pudiera olvidarlo para siempre. -Shhh, solo fue una pesadilla. Todo esta bien ahora-
Amaba sus ojos húmedos y sus temblorosos labios, sus manos aferradas a mis brazos como si me pidiera que no lo suelte jamás. Pero necesito que sea feliz, necesito que sonría para mi, lo necesito mas de lo que necesito escuchar la sangre gotear. -Jude, te amo- Apoyé mis labios suavemente sobre los suyos y los dejé allí por un rato, hasta memorizarme el sabor de su boca.
-¿Tu me amas Jude?-
-Yo amo... a Luca-
Se siente tan bien, el amor, el odio, dar tranquilidad, dar miedo, proteger, matar.
¿Cuál es el verdadero yo? ¿Por qué siento que nunca vas a perdonarme? ¿Acaso aun puedes ser mío después de lo que me has presenciado hacer? ¿Creerías en mis palabras si te dijera cuanto lo lamento? ¿Aun sabiendo que son mentiras?
¿Te quedarías en mi jaula para siempre?
Mi pequeña y dulce mariposa...